(16 / X / 2016) Es una historia sin importancia, chiquita. Cuando era un niño tengo el recuerdo grabado de un cuadro colgado en la cocina de mi casa. Enmarcado y cubierto con vidrio, tenía una poesía de Camambú, para la madre. Siempre lo veía.
Cuando aprendí a leer, al sentarme en la mesa, me quedaba enfrente. Por eso lo leí tantas veces que aún hoy lo recuerdo.
Pensé que podía encontrarlo en Internet, pero no tuve suerte. Lo glooglée de varias formas y no lo encontré.
El motivo era querer dejarles, a todas las madres, esa poesía que me marcó de chico, como un pequeño homenaje en su día.
Me puse a escribirlo y les confieso que mientras lo hacía me transportaba a la cocina de mi casa en cada verso. Por momentos una rara sensación de alegría y nostalgia me hacía temblar, un tanto, mis manos.
Lo escribí de corrido, creo que sin fisuras. Aquí se los dejo, desde la cocina de mi casa, tomando la leche, escuchando a mi madre cantar «Cuartito Azul», para todas las madres. Feliz Día, mamá.
Del jardín de la poesía
estas flores hoy te traje
para rendirte homenaje
adorada madre mía.
Quiero hablarte en este día
lo que el corazón me dicta,
quiero pintarte viejita
sin fantasía ninguna,
tan pura como la luna
y humilde cual margarita
Quiero contarle a los vientos
mi amor eterno y profundo
porque de fervor me inundo
cuando te veo y te siento.
Si estás lejos yo presiento
que me seguís anhelante.
Sos estrella rutilante
para servirme de guía,
sos la misma sombra mía
que no me deja un instante
Sos la única beldad
que sobre la tierra existe,
el espigón que resiste
la más fuerte tempestad.
Sos del día, la claridad,
antorcha, en mi noche oscura
esencia de la dulzura
con imagen de mujer
sos agua que da a beber
un manantial de ternura
Así son todas iguales:
Nobles, humildes, sinceras.
Son eternas primaveras
son las madres, inmortales
no apreciamos cuánto vale
el brillo de su mirada
si no, cuando desgraciada
nuestra humanidad se siente
vamos a `posar la frente
en sus manos arrugadas
Así son todas las viejas
que ni musitan sus penas
rezongonas pero buenas
sufridas pero sin quejas
un cielo que el sol refleja
en medio de la tormenta
y si te ponés violenta
por los males que te hicimos
a veces con unos mimos
hasta te vemos contenta
Ellas no saben de ultrajes
ni tienen en su alma lodo
por eso los hijos todos
deben rendirle homenaje
sin distingos de linajes
desde el rico al errabundo
que con cariño profundo
besen sus cabellos grises
para que sonrían felices
todas las madres del mundo
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